viernes, 20 de febrero de 2009

El día que mi sueño se me perdió...


A veces solemos oscurecer tanto nuestros corazones con las cosas urgentes y nada importantes de la vida diaria, que nos olvidamos que los sueños existen, o si los tenemos entonces los descuidamos.

El 15 de febrero del 2008, domingo en que Dios nos abofeteó a tu madre y a mí, es un día que difícilmente vamos a olvidar. Y es que mientras teníamos pesadillas por los problemas que en estos días nos agobian, nos olvidamos de un pequeño sueño, o más bien lo descuidamos.

Entramos al C.C. Plaza del Sol cuatro personas: tu padrino, tus padres y tú. Fui a acompañar a tu padrino a comprar una agenda (algo tan supérfluo como eso), mientras tu madre te llevaba a ver unos peluches. Había muchísima gente, y un calor insoportable por la hora: mediodía. Tú, inocente sueño, tomaste un peluche y botaste los demás. Un segundo, un vil segundo fue suficiente, para que mientras tu madre recogía por inercia maternal el desorden ocasionado, tú te escabulleras entre las piernas de los compradores.

Siempre te hemos dicho que cuando te sientas asustada por no vernos, fueras a la sección de jueguetes, que tan bien conoces por tantas visitas que hacemos a Tottus. O en el peor de los casos, busques a un policía y lo tomes de la mano (Dios, gracias por el Ángel Guardián de mi hija, nunca dejes que llegue a manos de un mal policía). Papi, yo busqué los juguetes, pero... ¡me perdí, me perdí! dijiste cuando te pregunte por qué no lo habías hecho. Dentro de tu inocencia no compredías el peligro que pasaste por los segundos de lapsus brutus de tus padres. Sudar frío es una frase que se queda corta. Sufrí. Me angustié. Pensé lo peor. Y tu madre, ni hablar. Su rostro duro no reflejaba nada para el común de la gente, pero ante los ojos de tu padre se descubría la desesperación.

Pero una señorita con su hablador decía "niña perdida, su mamá Evelyn. Niña perdida" , contabas con la dulzura de tus casi tres años. Siempre he dicho que eres una chiqui vieja, una niña super inteligente. Este día lo demostraste. La distancia entre el lugar donde te extraviaste y la puerta de Sodimac es de casi dos cuadras, unos 150 metros. Te imagino caminando sola entre los pasillos, buscándonos; te imagino saliendo por la puerta de Tottus y caminar ¡sola! toda esa distancia hasta encontrar al policía y el vigilante y decirles ¡me perdí!; te imagino rodeada de un aurea de seguridad que hizo que nada malo te pasara; y sólo puedo pensar dos cosas: primero eres súper inteligente para haber entendido a la perfección lo que te hemos enseñado para estos casos, y segundo tienes un Ángel Guardián que te tomó en ese momento de la mano y te condujo hasta la mano de ese buen policía.

Se ruega a quien encuentre cerca a una niña con short y polo rosados, de tres años de edad, que responde al nombre de Nayeli, acercarla a la puerta de Tottus. Sus padres la están buscando. La deseperación. Correr por los pasillos gritando tu nombre, y escuchando el perifoneo por toda la tienda. Gracias por saber que todavía hay gente buena. Gente preocupada que nos ayudó a buscarte. Durante 30 minutos hubieron personas que se olvidaron de sus compras y nos ayudaron a buscarte. No les pude dar las gracias porque no los he vuelto a ver.

Que sea una lección para los dos, nos aleccionaba tu padrino Oscar. A los padres de Nayeli, acercarse a la puerta principal de Sodimac. Ahí se encuentra su hija. Treinta minutos eternos y un alivio inmenso. Salimos corriendo hasta verte. Te acercaste sin llorar. Según quienes te encontraron no lloraste. Te preguntaron tu nombre y contestaste Nayeli Malía Montavo Atimiano, mi mamá Evlyn y mi papá Vito. Fue así como te perifonearon en la tienda al lado de donde estábamos buscándote. Y fue así como te identificaron en todo el mall. Te acercaste y las lágrimas de alivio de tu madre representaron lo que se puede sentir al perder un sueño que se nos hizo realidad cuando naciste. Ten por seguro, que ahora sí no vamos a dejar que se nos vaya el sueño que Dios nos hizo realidad.

Una oración más: Discúlpanos, nena. Te juro que nunca pero nunca más volverá a pasar. Nunca estarás sola ni un segundo más. Estoy orgulloso de tí, porque te comportaste mucho mejor que tus padres, para la edad que tienes.

Te queremos un mar.



P.D. Dos cosas más. Gracias a quienes pienso son tus Ángeles: mis abuelos Oscar y Ayden y el abuelo de tu mamá; estuviste muy bien cuidada, de seguro. Estuve escuchando que hay banda de secuestradores de niños cerca a Plaza del Sol; gracias por no ser sus víctimas.

viernes, 6 de febrero de 2009

Familia Montalvo Altamirano




Esta página está dedicada a ti, Nayeli María.

Para que cuando crezcas tengas un lugar donde poder ver todo el inmenso amor que tenemos tus padres por tí, y puedas tener como un pequeño diario que te haga recordar los momentos importantes de tu vida.

Con todo el corazón y el cariño del mundo...


Tus padres.